Billete de su Profesión


8 de septiembre de 1890
¡Oh Jesús, divino esposo mío 1!, que nunca pierda yo la segunda vestidura de mi bautismo 2. Llévame antes de que cometa la más leve falta voluntaria. Que nunca busque yo, y que nunca encuentre, cosa alguna fuera de ti; que las criaturas no sean nada para mí y que yo no sea nada para ellas, sino que tú, Jesús ¡lo seas todo 3...! Que las cosas de la tierra no lleguen nunca a turbar mi alma, y que nada turbe mi paz. Jesús, no te pido más que la paz, y también el amor, un amor infinito y sin más límites que tú mismo, un amor cuyo centro no sea yo sino tú 4, Jesús mío. Jesús, que yo muera mártir 5 por ti, con el martirio del corazón o con el del cuerpo, o mejor con los dos... Concédeme cumplir mis votos con toda perfección, y hazme comprender cómo debe ser una esposa tuya. Haz que nunca sea yo una carga para la comunidad, sino que nadie se ocupe de mí, que me vea pisada y olvidada 6como un granito de arena7 tuyo, Jesús.
Que se cumpla en mí perfectamente tu voluntad, y que yo llegue al lugar que tú has ido por delante a prepararme...
Jesús, haz que yo salve muchas almas, que hoy no se condene ni una sola y que todas las almas del purgatorio alcancen la salvación 8... Jesús, perdóname si digo cosas que no debiera decir, sólo quiero alegrarte 9 y consolarte.

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