El sí de la madurez

Una reflexión sobre el sí de la madurez del padre Alberione, que sintetiza el camino de los consagrados a través de las etapas difíciles de la vida:

«Es fácil dar un sí generoso cuando se es joven, cuando no se han tenido pruebas, cuando la vida ha transcurrido acompañada de situaciones favorables, y las pequeñas dificultades encontradas se han superado con facilidad. Pero en un cierto momento nos damos cuenta que somos insuficientes. Nos creíamos capaces de hacer, de convencer, de construir, y experimentamos nuestra incapacidad.


Esperábamos encontrar confianza, que todo fuera fácil, sencillo… y nos encontramos con personas muy complicadas. Entonces nos viene una sensación de cansancio. Es el Señor quien purifica en un 99%. Quita la presunción, la seguridad que ponen en ustedes más que en el Señor. Quita la idea de que el bien se puede realizar fácilmente, mientras que deben experimentar que el bien se realiza con sacrificio, con muchas lágrimas y algunas veces, hasta con derramamiento de sangre. El Señor les deja sólo el 1%, pero con él harán cosas maravillosas. Y entonces el eventual cansancio no es contrario a la vocación: es prueba de la originalidad de la vocación, un signo de que son llamadas para algo grande.

Recuerden que hasta que no experimenten esta purificación, el Maestro Divino no les confiará una gran misión para desempeñar. Si quieren producir fruto, recuerden que el Padre Celestial les podará. El sarmiento que no da fruto será cortado, y aquel que produce fruto será podado: es el Evangelio.

Cuando llegue el tiempo en que podrá hacerles experimentar el anonadamiento de ustedes mismas, recuerden que ha llegado el momento de decir el segundo SI: consciente, generoso, despojado de todo lado humano. Esta es la verdadera entrega de ustedes mismas: entonces no existirá más el sentido de vanidad, sino sólo la búsqueda de la gloria de Dios. El Señor ha considerado que ha llegado el momento de hacerlas madurar, de darles esta profundidad y de hacerlas verdaderamente fructuosas en el camino de Dios.

Recuerden que deben pasar por esta prueba de purificación, Y esta obra de purificación que cumple el Señor es el segundo "SI" de su vida religiosa, y diría, que es el sí que verdaderamente vale. Han comenzado con generosidad en la vida religiosa y han encontrado desilusiones. Recuerden que deben sufrir aún más en la Congregación, por su causa: serán las hermanas, las superiores, las mismas obras cumplidas, que las hagan sufrir, llevándolas a un sentido de cansancio y de desilusión.

Ha llegado entonces el momento de dar al Señor el segundo SI»

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